En el arroyo [Selena]

Aquella tarde hacía bastante calor. Llevaba unos días así el tiempo, pero debido al trabajo, no había tenido tiempo de salir. Dejé que llegaran las siete antes de salir de casa. Ahora el sol ya no pegaba tan fuerte, por lo que no era tan pesado caminar. Salí con unas gafas de sol y caminé con las manos en los bolsillos. Cuando llegué a un pequeño arroyo me senté bajo un árbol para poder estar un rato traquilo y a la sombra. De vez en cuando cogía una pequeña piedrecita y la tiraba al arroyo.

Seguí tirando piedrecitas al arroyo. La verdad, aquello de no tener nada que hacer en ocasiones era aburrido, pero al menos podía descansar. Además, aquel lugar, silencioso y ahora que estaba sentado a la sombra era perfecto. No pasaba muchas veces por el lugar, pero es que tampoco tenía tiempo para hacerlo. Un rato después escuché unas pisadas cercanas, pero no me moví. Después escuché que la persona se sentaba al otro lado del árbol y unos segundos después escuché que hacía unos ruidos. Parecía que estaba llorando, aunque no estaba completamente seguro. Un minuto después supe que sí que estaba llorando. Tenía dos opciones: quedarme sentado y esperar a que se marchara o levantarme y ver qué pasaba. Lo pensé unos momentos y finalmente me levanté y di la vuelta al árbol. Allí, sentada había alguien a quien no había esperado encontrar. Sí, me llevaba mal con ella, pero, estaba llorando y tampoco me podía meter con ella. Tan malo no era. -¿Quién te ha herido que no he sido yo?- pregunté sin siquiera pensar las palabras. Vale. Algo malo el comentario si que había sido.

Seguí mirándola sin moverme de donde estaba. No estaba muy cerca, pero tampoco demasiado lejos, por lo que podía ver perfectamente los gestos que hacía y todo. Se secó las lágrimas al escuchar mi voz y me pregunté qué hubiese hecho ella de haberme encontrado a mí en una situación similar. ¿Se hubiese quedado cayada o habría metido baza? Era algo que no podía saber, pero definitivamente eramos muy distintos. Su voz sonó temblorosa, como le suena a todos después de haber llorado. Su respuesta no me pilló desprevenido, pues algo así había esperado. Me dí media vuelta para marcharme, pues no quería ponerme a discutir con ella, y más si estaba mal, pero tampoco la iba a preguntar qué la pasaba. Di un paso cuando escuché algo que no esperaba. Fruncí el ceño y despacio, me volví a dar la vuelta. ¿Que si me había pasado? No. No me había pasado. De eso estaba seguro. Me resultó un tanto extraño que me hiciera esa pregunta a mí, pues nunca nos habíamos llevado bien y no pensaba que ahora fueramos a hacerlo. -No. Nadie merece que lloren por él- respondí unicamente, y aunque mi voz sonó segura, no supe si era verdaderamente lo que pensaba.